lunes, abril 20, 2009

Disformidad

—¡Hombres, mujeres, niños y niñas! ¡Pasen y vean! ¡El espectáculo más grande del mundo acaba de comenzar! Aquí, en este nuestro teatro de lo absurdo encontrarán todo tipo de atracciones para poder disfrutar, en compañía de los suyos, de la maravilla y el asombro, de lo extraño y aberrante.

 

—Traídos desde los confines más remotos del mundo aquí ustedes encontrarán desde los niños peludos del Brasil, hasta la mujer más gorda del mundo, desde los deformes niños ancianos de la estepa siberiana hasta el hombre más feo del mundo, venido directamente desde España.

 

—¡Sí, señores! ¡Porque aquí le tenemos! ¡Sin dilación, sin demora, ustedes podrán ver… al hombre más feo del mundo! 

—Vean lo grotesco de su extraña faz, la siniestra expresión que denota su mirada, la ejecución de los más simples movimientos se convierte en una oda a la torpeza y a la risión. ¡Admiren la sublime disparidad de facciones! La tez pálida e incluso amarillenta… ¿no les hace vomitar?

 

—Es el auténtico, el inimitable, el original. No hay otro ser como él. Ya no. Forma parte de una extinta raza. La fealdad ha sido exterminada. Sólo él nos recuerda cómo fuimos. La deficiente herencia genética que él posee, afortunadamente se parará ahí. Ya no contaminará más. Cuando él muera, el ser humano habrá alcanzado por fin la perfección. Agradezcamos a la sabiduría de la ciencia y del progreso las altas cotas alcanzadas.

 

En el inmenso auditorio no cabía un alma. Diez mil personas abarrotaban el recinto esperando encontrar en él la confirmación de su propio logro, la disformidad había sido confinada a una sola persona. Al fin se mostraba lo imposible.

 

Jonathan había deseado estar allí desde el momento en que escuchó la noticia aquel 3 de marzo ya lejano. El nuevo espectáculo del afamado coleccionista de extravagancias, Adam Sternberg, comenzaría su gira mundial en el nuevo Auditorio Rey Carlos. No se lo podría perder.

 

Desde hacía unos 3 años, Jonathan seguía con mucho interés las pesquisas realizadas por Sternberg para localizar a los escasísimos ejemplares de anomalías genéticas dispersas por todo el mundo. Había realizado un estudio en la universidad sobre el “gran hombre” que había anulado de una vez y para siempre al lado más despreciable del hombre y de la mujer: el polémico genio Daniel Palmer, creador de la estetogénica, una nueva disciplina que combina los últimos avances en terapia génica reparadora con renovadores tratamientos cosméticos, de cirugía plástica y de belleza en general. Aquel grandísimo benefactor había quitado de un plumazo todas las taras genéticas que acumulaba el ser humano desde el principio de los tiempos. Y Sternberg, como avispado empresario que era, había comprobado lo tremendamente provechosa que podía ser la rareza.

 

La entrada le había costado unas 30 libras, pero él las había pagado gustosamente. No era un amante del morbo o de las emociones fuertes. Sus motivaciones eran muy distintas, quería comprobar de primera mano cómo era posible todavía la existencia de semejantes seres. Quería observarles de cerca antes de que en su rotunda inferioridad muriesen sin haberle dado la oportunidad al resto del mundo de observar la anormalidad cara a cara. De hecho, la mayor parte de espectadores estaban allí por lo mismo. 

Pero allá abajo el maestro de ceremonias ya proseguía con su presentación. Con su camisa liviana dotada de un colorido arrebatador, su pelo perfectamente compuesto y dotado de brillo y tersura por igual, su sonrisa límpida y franca, todo ello contrastaba abruptamente con el cuerpo desnudo y contrahecho de una víctima de Auschwitz. 

Sin embargo, allí no había víctimas. Todo el mundo lo sabía. Los “actores”, como se les llamaba, eran invitados a participar voluntariamente, eran trasladados desde sus hogares y cobraban unos buenos estipendios. La desnudez era una parte más del acto, concebido con el fin de mostrar. Era necesario y siempre reconocido por los asistentes. No pedirían menos por lo que habían pagado.

 

—Aquí tienen ustedes a los padres de la criatura. Es difícil de imaginar, ¿verdad? ¿Cómo es posible que la infección se haya podido originar en una familia normal y corriente? Mírenlos en su ceremonia de bodas. Felices, altivos, orgullosos, dignos ejemplares de la humanidad más sana y natural. ¿Cómo pudieron ellos dar origen a tal aberración?

 

—Miren, hemos intentado hacer lo indecible por tratar a este… hombre. Intentamos aplicar la estetogénica en él. Sin éxito. Como era de esperar, sus malformaciones son demasiado evidentes y las correcciones no quedaban saludables sino que lo empeoraban todavía más. En cambio, la variante de intervención en su descendencia, la manipulación del ADN de las células germinales sí triunfó. Hemos liberado a este ser de la cadena de opresión que le torturaría a su progenie durante el resto de la eternidad. Sin embargo, como resulta evidente, nadie estará dispuesto a emparejarse con un ser tan pobremente dotado. Ya no se puede hacer nada por salvarle. 

—Es gracioso. Estos últimos días que ha estado con nosotros, en los que le hemos ofrecido la oportunidad de ver otras culturas y otras gentes más allá de su cortedad de miras, nos ha insistido, con un discurso monótono, cansino y vacío, en la necesidad que él tiene de conocer a personas del sexo opuesto. No se rían, no, por favor. El tema es muy serio. Estamos hablando… Bien, sí, comprendo su sentido del humor. ¡Sí, estamos hablando del hombre más feo del mundo! ¡Con prerrogativas! ¡Con exigencias! ¡Porque él habla! Aunque no le dejamos que lo haga mucho, comprendan por que no lo hacemos. ¡Quién eres tú para hablar! ¡Miseria de la existencia! ¡Absurda prueba del arrastramiento de la humanidad por un fango que ya no se puede permitir! ¡Has manchado con tu mera existencia las altas aspiraciones de perfección de una sociedad que ya está inmersa en la búsqueda de las estrellas! ¡Que no se puede permitir volver a la animalidad que tú representas! ¡Bestia! ¡Aberración!

 

Jonathan asiste con incredulidad a la escena. El ser arrodillado y meditabundo, sumido si acaso en pensamientos de culpa y condenación absolutas, acoge con pasividad las coces que el presentador arremete contra su pálido cuerpo. ¿Este es el espectáculo por el que masas enfervorecidas de todas las partes del planeta no dudan en pagar su dinero costosamente ganado en trabajos cada vez más penosos y rutinarios? Pero, por otro lado, ¿no estaba todo justificado? ¿La inferioridad clara de esos seres no nos daba derecho para reafirmarnos sobre ellos? ¿No había cambiado toda la legislación internacional al respecto de estas criaturas? ¿No nos daba esto legitimidad para realizar cualquier tipo de espectáculo burlesco en el cual realzarnos más contra la triste desgracia de unos pocos? ¿No nos daba eso ínfulas de pequeños dioses en miniatura? ¿No nos hacía grandes? 

En esta confusión estaba inmovilizado Jonathan cuando, súbitamente, de entre las primeras filas del auditorio surgieron cinco, seis, después unos doce y hasta veinte personas. Avanzando a lo alto del estrado a la vez que iban gritando frases paradójicamente tranquilizadoras. Sus rostros, cuando entraban en la zona de luz marcadas por los focos, se revelaron como poco armoniosos, en cualquier caso fuera de la moda ortoestética que medios de comunicación nos habían voceado y vendido desde hacía años como la fuente de felicidad absoluta, aunque sin llegar a la imperfección sublime del hombre más feo del mundo. 

Los hombres y mujeres ya estaban junto al presentador, el cual miraba confundido a los dos lados del escenario, al tiempo que parecía recibir instrucciones de su audífono. Con un empujón, el amable y conciliador presentador terminó por los suelos. El pequeño hombre de unos cuarenta y tantos años fue recogido y apoyado en los hombros de sus salvadores pudo empezar a caminar, no sin dificultad. 

Ante la atónita mirada de miles de espectadores, el hombre más feo del mundo fue sacado del escenario. Todo había durado dos escasos minutos. Y alguno de los miembros del público todavía esperaba que fuese parte del show. Sin embargo, poco a poco, con una molicie típica de las masas adormecidas y somnolientas, el rebaño fue bajando por las escaleras en dirección a las salidas, en ordenada procesión. El propio Jonathan, incapaz de creerse lo que había visto, hipnotizado todavía por el juego de luces y la escenografía, se desperezó y partió, siguiendo los reflejos de una columna humana que podría estar dirigiéndose hacia sus casas o igualmente a un despeñadero. Lo seguiría igual.

 

A la mañana siguiente, en las noticias televisadas que seguía a la hora del desayuno pudo constatar que la escena del Auditorio no había sido un sueño ni una simulación. 

—A las 20:43 del día de ayer en el Auditorio londinense Rey Carlos fue secuestrado el mundialmente conocido como “el hombre más feo del mundo”. Este se encontraba en una gira mundial promovida por el famoso empresario norteamericano Adam Sternberg,  que recalaba precisamente ayer en nuestra ciudad. La mayoría de asistentes pudieron contemplar e incluso grabar con sus móviles escenas del secuestro por parte de una veintena de enfervorecidos que partieron del lugar sin que la policía ni los organizadores del acto pudieran hacer nada por detenerles. Scotland Yard está investigando el delito y nos ha comunicado que los secuestradores recibieron ayuda por parte de algunos de los trabajadores del Auditorio. Se han realizado cinco detenciones hasta el momento, sin que todavía se sepa el paradero del desaparecido.

 

—Asimismo, han sido polémicas las imágenes que se han recibido en esta casa de malos tratos que tuvieron lugar ayer mismo en el Auditorio con motivo de la presentación de esta rareza. Hemos consultado a nuestro asesor en materia legal, el reconocido abogado Arthur Lombard, el cual nos ha insistido en la total anormalidad de este tipo de acontecimientos, los cuales concitan las peores emociones e instintos humanos, sin que de momento pueda sancionarse penalmente. “Estamos atados de pies y manos”, fueron sus palabras. 

—Están viendo ustedes la BBC1. Les habla John McAlister. A continuación, las noticias internacionales…

 

Terminando su desayuno, Jonathan reflexiona sobre lo ocurrido y se dispone para iniciar su jornada laboral en un perfecto e higiénico cubículo situado en medio de un rascacielos más de la City:

 

—Esta nueva etapa de avances científicos y de la búsqueda incesante de la perfección nos está llevando a la locura más absoluta. ¿Hasta donde nos llevará éste ansia por ser mejores, más altos, más competitivos? ¿Es que no aprendimos nada del nazismo? A ritmo de la epopeya wagneriana y de la oda a las proezas de los héroes arios se sumergió Europa en la búsqueda de su propia destrucción. ¿En qué mundo quiero que vivan mis hijos? ¿Uno en el cuál sólo los fuertes puedan dictar su ley, dónde no exista el reposo de un hombro amigo que comprenda mis imperfecciones y permita consolarme cuando los azares de la vida me cambian el rostro? ¿Cuándo empezaremos a matar ancianos? ¿Cuándo el canon estético se convirtió en principio moral? ¿Por qué la fealdad esta asociada ineludiblemente con la maldad? La belleza manchada de sangre ya no es belleza, sino corrupción. Porque la sangre de los débiles y de los inocentes cuenta también. Llegará un día en el cual alguien pueda hablar también por ellos. Tendrán una voz fuerte que les defienda y les comprenda. Su único pecado fue nacer diferentes. Tan sólo espero que ese pobre hombre pueda llevar una vida en las sombras, aislado del resto de nosotros pero en la compañía de personas que le aprecien tal y como es. Yo sé que jamás podría estar de su lado. Soy demasiado cobarde para acometer la dura tarea que les corresponde a él y a los suyos iniciar. Pero sé que en mi indignidad de mero espectador mecido por los vientos dominantes de los medios de comunicación, en mí siempre tendrán el asombro y el aplauso de la victoria que les queda aún por ganar.

domingo, abril 05, 2009

Cambio fobia social por silla de ruedas...


La silla de ruedas de la fobia social...

Tras el título tan atípico de este post os preguntaréis: este hombre se ha vuelto loco. ¿Cómo preferir convertirse en paralítico? ¿Por qué desear cambiar una leve y superficial timidez por un trastorno tan grave como una lesión medular, una poliomielitis o una distonía muscular? Bueno, no deseo cambiar nada y tampoco podría. Tampoco quiero que me atropelle un coche. Se trata más que nada de deseos infantiles algo desesperados por huir de un estado nada deseable como es el de la ansiedad social.

¿Sabéis que es lo que más echo en falta de la gente que me rodea acerca de mi trastorno? Algo que ya poseen desde hace mucho los discapacitados físicos: la comprensión y el cariño de sus seres más cercanos. La marginación y la discriminación deben terminar, no existen discapacidades de primera o de segunda, estamos en esto juntos y necesitamos lo mismo. Querednos como somos, por favor...

Espero que éste artículo os pueda dar una idea de los sufrimientos invisibles que padecemos los que nos vimos afectados por este mal.

Texto procedente de la siguiente página, creada por una asociación sin ánimo de lucro dedicada en cuerpo y alma a este trastorno. Ojalá en España puedan existir más organizaciones como ésta en pocos años...


¿Qué es la Ansiedad Social?

La Ansiedad Social es el tercer problema psicológico más grande en el mundo hoy en día...


Una mujer odia permanecer en la cola de la frutería porque tiene miedo de que todos la están mirando. Ella sabe que esto no es realmente verdadero, pero no puede sacudirse ese sentimiento. Mientras está comprando, es consciente del hecho de que la gente podría estar fijándose en ella desde los grandes espejos en el techo. Ahora tiene que hablar con la dependienta. Trata de sonreir pero su voz sale con debilidad. Está segura de que está pareciendo una idiota. Su autoconsciencia y ansiedad llegan al límite...

Otra persona se sienta en frente del teléfono y agoniza porque teme descolgar el aparato y hacer una llamada. Incluso teme llamar a una persona desconocida en un despacho acerca de una factura de la compañía eléctrica porque tiene miedo de sacar a alguien de sus casillas, de enfadarle. Es muy duro para ella soportar el rechazo, incluso al teléfono, incluso de alguien que no conoce. Ella teme especialmente llamar a gente que no conoce porque siente que llamará a la hora equivocada -- la otra persona estará ocupada -- y no querran hablar con ella. Se siente rechazada incluso antes de realizar la llamada. Una vez que la llamada termina, se sienta, analiza y rumia sobre lo que se dijo, en qué tono se dijo y cómo fue ella percibida por la otra persona... Su ansiedad y pensamientos acelerados acerca de la llamada le prueban que ella fastidió la llamda, justo como siempre lo hace. A veces se avergüenza sólo de pensar en la llamada.

Un hombre encuentra difícil caminar por la calle porque es autoconsciente y siente que la gente le están mirando desde sus ventanas. Aún peor el puede encontrarse con una persona en la acera y ser forzado a decir "hola". Él no está seguro de que pueda hacerlo. Su voz le traicionará, su "hola" sonará débil, y la otra persona sabrá que está asustado. Más que cualquier cosa, él no quiere que nadie sepa que tiene miedo. Guarda su mirada de la de cualquier otro y reza para que pueda llegar a casa sin hablar con nadie.

Un hombre odia ir a trabajar porque una reunión se ha planeado para el día siguiente. Él sabe que esas reuniones siempre implican tener a los compañeros hablando unos con otros de sus actuales proyectos. Sólo el pensamiento de hablar enfrente de sus compañeros eleva su ansiedad. Algunas veces no puede dormir por la noche a causa de la ansiedad anticipatoria que se crea. Finalmente termina la reunión. Una gran oleada de alivio se derrama sobre él a medida que empieza a relajarse. Pero la memoria de la reunión todavía reside en su mente. Está convencido de que ha parecido un idiota y de que todos en la habitación vieron lo miedoso que parecía cuando hablaba, y la manera tan estúpida en que actuó en su presencia. En la reunión de la siguiente semana, el jefe va a estar allí. Incluso a pesar de que faltan siete días para ésta reunión, su estómago se resiente con la ansiedad y el miedo le inunda otra vez. Él sabe que en frente de su jefe él tartamudeará, dudará, su rostro se volverá rojo, no recordará lo que decir, y todos serán testigos de su apuro y humillación. Tiene siete miserables días de ansiedad enfrente de él -- para pensar sobre ello, rumiarlo, preocuparse, exagerarlo en su mente... una, otra y otra vez...

Una estudiante no atiende a sus clases universitarias en el primer día porque sabe que en algunas de ellas el profesor les pedirá salir a la pizarra y presentarse a sí mismos. Sólo pensar en sentarse allí, esperar a presentarse a un aula llena de extraños que estarán fijandose en ella, la hace tener náuseas. Sabe que no será capaz de pensar claramente porque su ansiedad será altísima, y está segura de que se dejará importantes detalles. Su voz incluso se quebrará y sonará asustada e indecisa. La ansiedad es demasiada como para soportarla -- por ello se salta el primer día de clase para evitar la posibilidad de tener que presentarse en la clase.


Un joven quiere ir a fiestas y otros eventos sociales --además, se siente muy, muy sólo -- pero nunca va a ningún sitio porque se pone muy nervioso cuando conoce a gente nueva. Demasiadas personas estarán allí y las multitudes sólo hacen las cosas peor para él. El pensamiento de conocer a gente nueva le asusta --¿sabrá lo que decir? ¿Le mirarán y le harán sentir todavía más insignificante? ¿Le rechazarán de entrada?Incluso si parecen agradables, ellos seguro que perciben su congelada apariencia y su imposibilidad de reir completamente. Sentirán su malestar y tensión y no le querrán -- no hay manera de ganar -- "Siempre seré un marginado", predice. Y malgasta la noche sólo, en casa, viendo la televisión otra vez. Se siente confortable en casa. De hecho, el hogar es el único sitio en que se siente completamente cómodo. No ha salido a ningún sitio en 12 años.

En lugares públicos, como en el trabajo, reuniones, o de tiendas, la gente con ansiedad social siente que todos están observando, fijándose y juzgándole (incluso a pesar de que ellos racionalmente sepan que no es así) La persona socialmente ansiosa no se puede relajar, "tómarlo con tranquilidad" y disfrutar en público. De hecho, no pueden relajarse completamente cuando hay otras personas alrededor. Siempre sienten que los otros están evaluándoles, criticándoles o "juzgándoles" de alguna manera. La persona con ansiedad social sabe que la gente no hace esto abiertamente, por supuesto, pero ellos todavía sienten la autoconsciencia y la valoración mientras están en presencia de otras personas. Es a veces imposible dejarlo ir, relajarse y centrarse en otra cosa que no sea la ansiedad y el miedo. Por el hecho de que la ansiedad es tan dolorosa, es mucho más fácil simplemente huir de situaciones sociales y evitar a otras personas.

Muchas veces las personas con ansiedad social simplemente deben estar solas -- aisladas -- con la puerta cerrada detrás de ellos. Incluso cuando están alrededor personas conocidas, pueden sentirse abrumadas y tener la sensación de que los otros están notando cada movimiento suyo, criticando cada pensamiento. Siente como si estuviesen siendo observados criticamente y como si otras personas estuviesen haciendo juicios negativos sobre ellos.

Una de las peores circunstancias es la de encontrarse con personas que son "figuras de autoridad". Especialmente gente como jefes o supervisores, pero incluyendo a casi todos los que son vistos como "mejores" que ellos en algún aspecto. Puede ponérseles un nudo en la garganta y sus músculos faciales pueden agarrotarse cuando se encuentren a esta persona. El nivel de ansiedad es muy alto y están tan concentrados en "no fallar" y "no vencerse" que ni siquiera recuerdan lo que fue dicho en la conversación. Pero después, seguro que deben haber dicho algo incorrecto... porque ellos siempre lo hacen.

¿Cómo es posible sentirse "cómodo" o "natural" bajo esas circunstancias?

Para la persona con ansiedad social, ir a una entrevista de trabajo es una pura tortura: tú sabes que tu excesiva ansiedad te vencerá. Parecerás extraño, dudarás, tal vez incluso te sonrojes, y no serás capaz de encontrar las palabras adecuadas para contestar a las preguntas con coherencia. Quizás esto sea la peor parte de todo: tú sabes que vas a equivocarte. Tú lo sabes. Es especialmente frustrante porque tu sabes que podrías hacer bien el trabajo si pasases esta terrible e intimidante entrevista.

BIENVENIDO AL MUNDO DE LOS ANSIOSOS SOCIALES


La ansiedad social es el tercer problema psicológico en los Estados Unidos hoy en día. Éste tipo de ansiedad afecta a 15 millones de americanos al año. A diferencia de otros problemas psicológicos, la ansiedad social no está bien entendida por el público en general o por los profesionales de la salud, como doctores, psiquiatras, psicólogos, terapeutas, trabajadores sociales y consejeros. De hecho, las personas con ansiedad social reciben un diagnóstico equivocado casi el 90% de las veces. Llegan a nuestra clínica de ansiedad clinicamente etiquetados como "esquizofrénicos", "maniaco-depresivos", "deprimidos", "desórdenes de pánico", "desórdenes de la personalidad", entre otros dañinos fallos diagnósticos.

Debido a que pocas personas con ansiedad social han oído de su propio problema, y nunca lo han visto en ningún medio de comunicación, como los programas de TV, piensan que son los únicos en el mundo que poseen esos terribles síntomas. Por eso, deben permanecer en silencio. Sería desagradable si todo el mundo se diese cuenta de cuanta ansiedad experimentan en su vida cotidiana. Entonces, ¿que pensaría la gente de ellos? Desafortunadamente, sin algún tipo de educación, conocimiento, y tratamientos apropiados, la ansiedad y la fobia sociales continúan causando estragos en sus vidas. Añadiendo al problema que cuando una persona con ansiedad social finalmente consigue el coraje necesario para buscar ayuda, las posibilidades de que se encuentren son muy, pero que muy escasas.

Hace la situación más difícil el que la ansiedad social no viene y se va como algunos otros problemas físicos y psicológicos. Si tú tienes ansiedad social un día... lo tendrás todos los días por el resto de tu vida...

Los sentimientos que describo al principio de este artículo son los de personas con ansiedad social. Esto es, sus síntomas se aplican a la mayor parte de los eventos sociales y sucede en casi cada area de la vida. Yo sufrí de ansiedad social durante 20 años antes de que siquiera viese el término o leyera sobre sus síntomas en un libro (el primer libro que específicamente trató el tema no fue publicado hasta los 90).

Como con todos los problemas, los que poseen éste tienen unos ligeramente distintos síntomas secundarios. Algunas personas, por ejemplo, no pueden escribir en público porque temen que la gente están mirando y que sus manos temblarán. Otros son muy introvertidos y encuentran muy complicado mantener un trabajo. Y otros tienen una grave ansiedad a la hora de comer o beber en presencia de otras personas. Algunas personas con ansiedad social sienten que una cierta parte de sus cuerpos (como la cara o el cuello) son especialmente "extraños" y vulnerables a la vista de los demás. Otros experimentan un espasmo muscular (normalmente en el cuello y hombros) que se convierte en el centro de su atención -- "¡Es tan embarazoso que si alguien lo ve seré humillado para siempre!"

Una cosa que todos los que poseen este trastorno comparten es el conocimiento de que sus pensamientos y miedos son basicamente irracionales. Esto es, las personas con ansiedad social saben que los demás no están realmente juzgándoles criticamente o evaluándoles todo el rato. Entienden que la gente no trata de avergonzarles o humillarles. Se dan cuenta de que sus pensamientos y sentimientos son de alguna manera exagerados e irracionales. Y, a pesar de esto, todavía siguen sintiendo de manera diferente.

Son estos "sentimientos" y pensamientos automáticos que ocurren en situaciones sociales los que deben ser encontrados y vencidos en terapia. Normalmente estos sentimientos ansiosos están atados a pensamientos que se imbrican en un círculo vicioso de expectativas y apreciaciones negativos. Es una situación complicada de la que no hay salida sin la apropiada terapia.

Aquí llega la parte interesante.

¿Cómo puede ser tratada la ansiedad social? Se han estudiado muchos métodos terapéuticos pero la terapia cognitivo-conductista es la única modalidad que parece funcionar efectivamente. De hecho, el tratamiento de la ansiedad social a través de métodos cognitivo-conductistas tiene la capacidad de producir un duradero y permanente alivio de esta carga de ansiedad.

La ansiedad social responde a una relativamente corta terapia, dependiendo de la severidad de la condición. He visto un progreso significativo en sólo 12 sesiones individuales, a pesar de que la mayor parte de la gente responde mejor entre unas 16 a 24 sesiones. Para superar la ansiedad social, completar un grupo de terapia conductual es también esencial (cuando las personas se sientan listas para esto y no antes).

Lo que las personas socialmente ansiosas no necesitan es años y años de terapia o asesoramiento. No es posible sacar a una persona de la fobia social con el "counseling". De hecho, las personas ansiosas que son enseñadas a "analizar" y "rumiar" sobre sus problemas normalmente vuelven su ansiedad social y sus miedos mucho peores, lo que conduce a la depresión, la cual justo refuerza el hecho de que "nunca mejoraré" (Este argumento no tiene por qué ser verdadero).

HAY UNA VIDA MEJOR PARA TODAS LAS PERSONAS CON ANSIEDAD SOCIAL. Sin tratamiento, la ansiedad social es un tortuoso y horrible problema emocional; con tratamiento, el ladrido es peor que el mordisco. Añade a esto que la investigación actual apunta a que la terapia cognitivo-conductual es altamente exitosa en el tratamiento de la ansiedad social. De hecho, la gente que no tiene exito son los que no persisten en su práctica y que no resolveran sus problemas con métodos simples y técnicas en casa. Ellos son los únicos que se rinden.

Si una persona se motiva para acabar con años y años de ansiedad incapacitante, entonces el tratamiento cognitivo-conductual provee los métodos, técnicas y estrategias que vienen juntas para disminuir la ansiedad y hacer del mundo un lugar mucho más agradable.

Muchos de nosotros hemos caminado a través de los miedos incapacitantes y la ansiedad constante que la fobia social produce -- y hemos salido más sanos y más felices por el otro lado. ¡¡¡Tú también puedes!!!

---Thomas A. Richards, Ph.D.
Psicólogo


Eritrofobia: el miedo a enrojecer



Os presento un artículo generalista dedicado a uno de mis más recurrentes problemas desde los dieciocho años. Espero que sirva para generar cierto interés por un problema que afecta a una minoría de personas en el mundo pero que necesita ser conocido y aceptado por el gran público a fin de que deje de ser un motivo de discriminación y de profundo malestar para muchos.



Artículo traducido al español y corregido, procedente de la siguiente página:


La fobia es un extremo e irracional miedo de una particular situación o comportamiento. Muchas fobias existen en nuestra sociedad. Las fobias más comunes incluyen la claustrofobia, que es el miedo a los espacios cerrados, y la aracnofobia, que es el miedo a las arañas. La eritrofobia, el miedo a enrojecer, es una fobia común entre personas que tienen tendencia a enrojecer.

Incluso aunque la eritrofobia no sea una de las más reconocidas fobias en nuestra sociedad, es bastante común entre personas que exhiben una problemática tendencia a enrojecer. Es común para la gente que es particularmente sensible a las percepciones y juicios de otros el tener una predisposición a enrojecer en cualquier momento en el que se vean en una situación en la que sienten que otras personas estan pensado acerca de ellos, mirándoles o juzgándoles.

El enrojecimiento excesivo es una reacción física provocada en respuesta a pensamientos emocionales asociados con estar abiertamente preocupados por las reacciones de otras personas. Estas personas no sólo enrojecen en respuesta a situaciones de valoración hacia ellos, también se preocupan en como ellos se presentan a otros. Cuando todo esto sucede, se desarrolla la eritrofobia.

Las personas con eritrofobia tienen miedo a cómo apareceran ante otras cuando se sonrojen. Se preocupan con el hecho de si estarán o no sonrojándose y con cómo su piel aparecerá ante los demás. Esta fobia no sólo es irracional, también es una profecia autocumplida. La preocupación por cómo ellos se presentan a los demás cuando se sonrojan puede de hecho resultar en un incremento del enrojecimiento. Esto puede convertirse en un círculo vicioso. Cuanto más se tema al enrojecimiento, es más probable que uno se sonroje todavía más.

Para las personas que no han experimentado enrojecimientos problemáticos, la eritrofobia parece ser una tonteria bastante difícil de entender. Sin embargo, la eritrofobia no es tema de risa. Para aquellos que sufren de eritrofobia, es una preocupación muy real y seria. La tendencia a sonrojarse excesivamente, combinada con un miedo irracional de enrojecer que añade más sonrojos, puede afectar cada momento de la vida cotidiana.

No es infrecuente para las personas con eritrofobia el desarrollar una fobia social adicional, a medida que ellos buscan maneras de evitar el sonrojo. Es muy probable que experimenten sentimientos de desesperación y huida de situaciones que requieren interaccion humana a cualquier nivel. Quienes experimentan eritrofobia comunmente desarrollan una depresión.

Aumentando el interés por la eritrofobia y el enrojecimiento patológico, es probable que el público general se vuelva más comprensivo acerca de la grave naturaleza de este problema. A medida que el enrojecimiento se vea más ampliamente comprendido por el serio trastorno que supone, las personas que sufran esta situación serán capaces de volverse menos autoconscientes acerca de su problema.