martes, junio 14, 2005
Las mujeres y yo
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Acabo de llegar de la calle y he comprobado una vez más mi penosa situación. La mayor parte de la gente con mis años o más ya ha conocido a alguien del sexo opuesto con quien se relaciona frecuentemente. Una, dos, tres o incontables veces.
¿Qué pasa conmigo entonces? No soy precisamente guapo de cara. Eso influye, como he podido comprobar en mis paseos por la ciudad. Pero no es lo único. No tengo eso que ellas andan buscando. Se llama madurez. Aunque no todas las personas que he visto poseían esta característica. ¿Tampoco es la madurez? Igual andan buscando algún tipo de estabilidad económica y un hogar en el que desarrollar ese ente denominado familia. Si, algunos si, pero no todas.
¿Entonces qué es lo que me ocurre? No soy especialmente feo, tengo una carrera universitaria (si es que eso sirve de algo hoy en dia), vamos, que no soy tonto, me gusta leer (quizá demasiado), no me agrada el deporte (¿será eso?), estoy escribiendo un relato para un premio literario, soy simpático (moderadamente), me gusta el campo, soy una persona fiel, de fiar, no me encuentro bien engañando a la gente, soy sensible, soy apañao cocinando, se conducir, soy muy romántico (más que muchas mujeres que he conocido). ¿Que les pasa? ¿Por qué no me quieren?
Me he puesto muchas veces en ridiculo ante las chicas y veo que a eso estoy destinado, a ser su entretenimiento de última hora. Pues me estoy empezando a hartar. Una noche de estas voy a salir y tendré que obligarme a dar cuatro pases de baile mal dados. Que mal se me da bailar, dios. Espero que las chicas no decidan por eso, porque me hunden. Un dia de estos encontraré a alguien (de nuevo) y esa vez será la buena. Si con una me basta. No soy como esos que se llevan a la novia y a la hermana. Yo no voy de mesias. Tan solo quiero dar mi amor a alguien especial. Bah, esto del amor cada vez lo entiendo menos...
Este post va dedicado a ... Tu ya sabes quien eres. Si tan solo hubieses sido medianamente simpática conmigo... Que ganas de joder, de verdad. Me rompiste el corazón y ni te inmutaste. No tenias derecho... En fin, allá cada uno con su conciencia.
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